La competencia y la digitalización son los principales retos a los que se enfrentan nuestros bancos en el futuro.

Los bancos españoles tienen ahora más capital que antes de la crisis, más capacidad para absorber potenciales «shocks», y están mejor preparados para superar problemas de liquidez.

El patrimonio gestionado por los fondos de inversión en España se acercó al máximo histórico registrado antes de la crisis en septiembre.

El mundo actual está cada vez más integrado. Aunque esta integración lamentablemente no está exenta de riesgos. La propia complejidad de la crisis financiera internacional surgida en 2008 es quizás el mejor ejemplo.

Casi una década después del inicio de la crisis, la recuperación es un hecho, aunque se mantiene la inquietud ante el bajo crecimiento potencial y la resistencia de la inflación.

La mayoría de países desarrollados se enfrenta a un doble riesgo en su población, de descenso a futuro y más envejecida. Este fenómeno tendrá grandes consecuencias para la sociedad y repercutirá, a su vez, en las finanzas públicas y en la sostenibilidad del sistema de pensiones.

No se puede negar el buen comportamiento de la economía española en estos últimos años. También parece evidente que, pese a los indicios de moderación, aún muestra un saludable ritmo de crecimiento.

¿Se podría haber evitado la crisis con una mejor educación financiera? Con esta pregunta me refiero a la crisis mundial que nos atenaza en mayor o menor medida desde hace ocho años.

Llegó a la presidencia de la Asociación Española de Banca hace dos años, en uno de los momentos más difíciles para el sector. Su cometido era más complejo: recuperar la imagen de la banca en una sociedad que la consideraba culpable de la crisis.