La crisis sanitaria y económica, provocada por la COVID19, ha sacado a la luz en estos últimos meses lo mejor de los bancos españoles: su buena preparación técnica y financiera y, sobre todo, su espíritu de servicio a la comunidad en la que operan. Esto les ha permitido mitigar, desde el primer momento, los efectos negativos de la pandemia. Durante los difíciles meses del confinamiento, nuestras entidades se pusieron rápidamente a trabajar para aliviar la inédita situación que estaban viviendo sus clientes, familias y empresas, a los que siguieron proporcionando servicios financieros, a través de las oficinas bancarias o por medio de canales digitales, como si nada estuviera pasando. Y lo hicieron con toda naturalidad, sin ningún tipo de incidencia técnica y con gran parte de sus plantillas teletrabajando.
En esos momentos de emergencia sanitaria, nuestros bancos se pusieron también a disposición de las autoridades y pudieron completar la labor de la Administración donde esta no llegaba, bien adelantando el pago de pensiones, bien el de prestaciones de los ERTE. Otra aportación importante ha sido la de mantener abiertos los canales de financiación, con la inestimable colaboración del ICO y del Tesoro público, para aquellas empresas con acuciantes problemas de liquidez, lo que ha permitido salvar del cierre a cientos de miles de pequeñas y medianas empresas.
Este partenariado público y privado ha ofrecido la posibilidad de que llegáramos con gran rapidez a más de 540.000 empresas, a través de 820.000 operaciones garantizadas con avales por más de 77.000 millones de euros. De ese modo hemos podido inyectar 102.144 millones de euros en nuestras empresas, un 70% de ellas pymes y autónomos, justo en los momentos iniciales, en los que las medidas de confinamiento dejaban a cero los ingresos de muchos negocios y cuando más imperiosa era la necesidad de liquidez.
Ha sido igualmente relevante la puesta en marcha de moratorias sectoriales, que han contribuido a aliviar la situación financiera de un gran número de familias y autónomos. En total, más de 1,3 millones de clientes se han beneficiado de las moratorias -hipotecarias y sobre créditos al consumo-, de las que 728.000 han sido aportadas voluntariamente por el sector como complemento de las públicas. Como resultado de todo ello, los clientes confían en sus bancos y hacen bien: pensemos en qué hubiera ocurrido en los meses más duros del confinamiento si los bancos no hubieran podido acudir en ayuda de sus clientes.
Pero ahora toca pensar en el futuro, en el papel que deben jugar los bancos en la reconstrucción de nuestra economía y, en particular, en la distribución de los fondos europeos. ¿Qué puede aportar el sector bancario en este proceso? En primer lugar, puede aportar su compromiso con la transformación digital y con la sostenibilidad, pero también la eficiencia para desplegar políticas con gran rapidez, financiando a quien lo necesita y está en disposición de aportar más en el futuro, como hemos mostrado en el plan de avales del ICO. Somos garantía de eficiencia y ejemplo de agilidad en toda Europa.
Reiteramos, pues, nuestro ofrecimiento para jugar un papel en la puesta en marcha del plan NextGen de la Unión Europea, pues con toda humildad creemos que podemos ayudar, garantizando la granularidad, la efectividad y la objetividad en la selección de los proyectos y en su puesta en marcha.
José María Roldán, presidente de la Asociación Española de Banca