Los bancos españoles han emprendido una carrera contrarreloj por alcanzar la dimensión óptima para asegurar su futuro. Aunque las estrategias de cada entidad son diferentes, todas son conscientes de que, más que el tamaño, para estar en cabeza deben primera la rentabilidad y la eficiencia.
El debate sobre el tamaño óptimo de la empresa bancaria sigue de permanente actualidad en los medios de comunicación. La opinión de la literatura financiera especializada en el tema no ha variado sustancialmente.
Podríamos resumirla en los tres puntos siguientes:
– La relación entre tamaño y rentabilidad es incierta. No se aprecia correlación significativa entre el tamaño de una entidad, medido por el volumen medio de su activo, y su ROE (rentabilidad sobre recursos propios).
– Aunque teóricamente podría pensarse que el tamaño debería permitir generar ventajas comparativas, economizar costes, aumentar y diversificar ingresos, etcétera, la realidad es que los hechos no parecen avalar la existencia de economías, de escala o de alcance, significativas, o que no se agoten para tamaños relativamente pequeños.
– Los estudios realizados sobre muestras amplias de operaciones de fusión de empresas de todo tipo revelan entre un 44% y un 58% de casos en los que, al cabo de dos o tres años, no se habría creado valor alguno para el accionista.