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EL ECONOMISTA

En 2036: Bancos más verdes y digitales

sí, diga 6

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Pido perdón por empezar estas líneas con la palabra maldita: pandemia. Pero, efectivamente, si ya antes de la pandemia era muy difícil elaborar planes o hacer pronósticos a más de un año vista, la Covid19 ha demostrado que un factor no previsto puede cambiar radicalmente el escenario esperado y situarnos en uno inimaginable apenas unos días o semanas antes. Después de esta experiencia, que será difícil de olvidar, el equipo de El Economista me pide que aventure una previsión sobre el sector bancario en los próximos 15 años, coincidiendo con su decimoquinto aniversario. Y realizar un pronóstico a quince años vista parece, en el mundo post-Covid, casi una temeridad. En cualquier caso, cumplo con lo solicitado una vez realizadas las oportunas salvaguardias.

Para intentar minimizar esos riesgos, propongo hacer un ejercicio más sencillo. Simplemente considero que el futuro del sector bancario español está contenido en su pasado y en su presente. Dentro de quince años, los bancos españoles harán en esencia lo mismo que han venido haciendo hasta ahora, aunque seguro que de una forma seguramente muy diferente: acompañar a sus clientes en la permanente transformación de la actividad económica y atender las necesidades que a familias y empresas les vayan surgiendo en el camino.

Así ha sido hasta ahora. Nuestros bancos han acompañado a las empresas españolas en su expansión e internacionalización a lo largo de su historia reciente. Pero también han desarrollado medios de pago eficaces que han hecho la vida más fácil a los ciudadanos y han aportado un tremendo valor a la economía española. Además, han hecho posible el acceso a la vivienda a más de 80% de las familias españolas. Nuestras entidades han sido también capaces de sobrevivir a una dramática crisis financiera internacional, de la que han salido más fuertes y mejor preparadas, tras cumplir los exigentes requisitos de la nueva regulación bancaria.

Esa preparación y fortaleza quedó bien demostrada durante los primeros compases de la pandemia, cuando nuestros bancos, con gran parte de su plantilla trabajando desde casa, fueron capaces de replicar su actividad normal y continuaron prestando servicios a sus clientes gracias a unas infraestructuras tecnológicas que funcionaron a pleno rendimiento y sin incidentes. Nuestros bancos pudieron así adelantar el pago de las pensiones, de los ERTEs y de otras prestaciones sociales y ofrecieron moratorias, más allá de las legalmente exigidas, a los titulares de préstamos hipotecarios y créditos al consumo. Pero su actuación más relevante fue sin duda cuando, junto con el ICO, armaron en pocas semanas un sistema para proporcionar liquidez – 120.000 millones de euros- en un tiempo récord (unos pocos meses) a más de 600.000 empresas, la mayoría de ellas micropymes. Esta rápida actuación garantizó la supervivencia de una parte muy importante del tejido productivo que había sido afectado más intensamente por la pandemia. Esto es, permitió a muchas empresas sobrevivir en los duros meses del confinamiento y afrontar el parón de la actividad, si no con esperanza, sí con perspectivas de futuro.

En estos momentos, el empeño de los bancos españoles se centra en acompañar a empresas y familias en el proceso de reactivación de la economía española. Por suerte, contamos con ejes sobre los que trabajar como es el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia, diseñado por el Gobierno, y también los fondos NextGenerationEU, que será el mayor paquete de estímulo jamás financiado para hacer una Europa más ecológica, digital y resiliente.

El empleo de estos fondos representa, por su volumen y condicionalidad, un enorme desafío para la Administración, a la vez que una extraordinaria oportunidad que la sociedad española no puede dejar escapar. El adecuado empleo de estos fondos va a exigir un enorme esfuerzo colectivo e implementar esquemas de colaboración público-privada. Los bancos españoles ya han expresado en numerosas ocasiones su disposición para contribuir a este proyecto, pues disponen de los medios para llegar a las empresas, en particular, a las pequeñas y medianas. Su capacidad, ampliamente probada, para analizar y valorar proyectos es sin duda una fortaleza adicional que hay que tener en cuenta.

Más aún, la revolución verde y la transformación digital, los dos grandes ejes del plan NextGenerationEU, son también las áreas que conforman la estrategia de transformación del sector bancario español. Porque si algo podemos tener claro es que, dentro de 15 años, nuestros bancos serán más verdes y digitales y en esos años habrán contribuido de forma decisiva a que las empresas y familias españolas avancen en ambos procesos. Quince años ya pasados, por los que expreso mis más sinceras felicitaciones al equipo de El Economista, y quince años de un futuro próximo para los que les deseo toda clase de éxitos.

José María Roldán, presidente de la AEB

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