La guerra en Ucrania condiciona en estos momentos el contexto en el que vivimos como lo ha hecho la pandemia estos dos últimos años. Además del drama humano que ya ha provocado, la guerra tendrá un impacto económico a escala global que por ahora es difícil de estimar. Ante tanta incertidumbre es importante buscar certezas. Y una de ellas es que el futuro que queremos pasa por ser digital y sostenible.
A corto plazo el plan Next Generation EU (NGEU) ya está ayudando a impulsar el crecimiento gracias a una mayor demanda. Pero su importancia a medio plazo es mayor como pieza clave para la modernización de las economías europeas. A través de sus dos vías, la inyección de capital y la financiación, el plan es una oportunidad para conseguir un crecimiento sólido y sostenible en el tiempo que acelere la convergencia económica dentro una zona euro dañada tanto por la crisis sanitaria como por razones estructurales. Los fondos están condicionados a propuestas concretas de inversión y reformas en el periodo 2021-2026.
No se han diseñado bajo un formato de continuidad en el tiempo, pero los fondos suponen sin duda un paso adelante en la necesaria creación de una capacidad fiscal común imprescindible para culminar la Unión Europea. Eso sí, implican contrapartidas y reformas, también a la hora de diseñar un plan de ajuste de la deuda en aquellos países con mayor endeudamiento público. Todo esto podría también aumentar el margen de maniobra del BCE a la hora de diseñar y ejecutar la política monetaria en un entorno como el actual de mayor inflación.
Se estima que NGEU aumentará el peso de la inversión pública europea en más de 2 puntos porcentuales a medio plazo, con un impacto en el crecimiento de medio punto en 2023. Y la realidad podría superar estas estimaciones si consideramos el efecto positivo de las reformas y se logra alentar la confianza de los agentes económicos. En este punto, la colaboración público-privada es fundamental para lograr una mayor eficiencia y efectividad de los fondos, y los bancos, sin duda, son una pieza clave en España.
Un 20 % de los fondos europeos debe destinarse a la digitalización con varios enfoques: administraciones públicas, empresas, capacitación digital de la sociedad y mejora de la conectividad, lo que refleja la importancia de la transformación digital que vivimos y hasta qué punto va a configurar nuestro futuro.
¿Por qué es tan relevante la digitalización en los fondos europeos? Porque es clave en el proceso de inclusión social y económica, según subraya el FMI. Todos los cambios económicos y sociales que estamos observando tienen como eje central la digitalización, y todas las actividades económicas y sociales utilizan ya los canales digitales con normalidad. Se trata de un cambio estructural del que todos los agentes económicos nos beneficiamos.
Según datos del Ministerio de Asuntos Económicos y Transformación Digital, en solo un año de crisis sanitaria la economía digital ha pasado de aportar el 19% al 22% del PIB. Durante la pandemia se ha logrado en pocos meses un salto tecnológico que en circunstancias normales hubiera tardado años. La digitalización nos ha protegido de la enfermedad, ha permitido que funcionaran servicios privados esenciales como los financieros y servicios públicos. También ha hecho posible el teletrabajo para que muchas empresas mantuvieran su actividad. Y quizá lo más importante, permitió que nos comunicáramos en los momentos más duros del confinamiento.
Como todo cambio estructural, la digitalización va a requerir un periodo de adaptación más o menos prolongado; todo un desafío para muchas personas, empresas y gobiernos que no todos seremos capaces, o querremos, afrontar. Ante esta realidad, no hay que olvidar que la digitalización debe ser una ventaja a nuestra disposición, pero nunca una barrera insuperable. Los bancos lo han tenido claro y a medida que avanzamos en la lucha contra la pandemia han llevado a cabo un reajuste en el acceso a los servicios financieros garantizando una atención presencial y preferente a los mayores y a las personas con discapacidad que así lo precisen.
El uso eficiente de los fondos NGEU es clave para recuperar algo de certidumbre sobre el futuro en un contexto tan complejo como el actual. Todos tenemos que colaborar para hacerlo posible, con la cooperación público-privada como eje de actuación, esencial para no malgastar unos recursos imprescindibles para España que también requieren una buena gestión y una inversión certera en iniciativas que impulsen la necesaria transformación social, energética y tecnológica.
José Luis Martínez Campuzano, portavoz de la Asociación Española de Banca