La mejora de la rentabilidad es ya un proceso iniciado. Su continuidad es una combinación de mayor eficiencia, normalización monetaria y crecimiento económico.
Los bancos españoles tienen ahora más capital que antes de la crisis, más capacidad para absorber potenciales «shocks», y están mejor preparados para superar problemas de liquidez. La supervisión del BCE es más estricta y está capacitada para detectar las deficiencias e impulsar su solución. La regulación se ha enfocado en tres objetivos: la solvencia, la resolución y la protección del consumidor. La estabilidad financiera conseguida se apoya en un sistema más estable y en una mejora de la confianza. Sin embargo, los cambios regulatorios no han finalizado. Acabar absolutamente con todos los riesgos no es posible, lo que ha llevado a las autoridades a iniciar el debate sobre cómo adaptar la regulación a los riesgos potenciales.