La regulación de los bancos debe ser equilibrada para no deteriorar el objetivo final de tener unas condiciones financieras favorables al crecimiento.
Hace un año, las perspectivas económicas mundiales a corto plazo no eran muy halagüeñas. Un año más tarde, el futuro económico a corto plazo parece muy positivo. ¿Y el escenario a medio y largo plazo? No ha cambiado mucho en todo este periodo. La incertidumbre, aunque algo menor en estos momentos, sigue siendo elevada. De hecho, es el principal argumento del BCE para mantener unas condiciones financieras tan laxas como las actuales.
Las medidas monetarias expansivas llevadas al límite han sido el mejor antídoto contra la crisis. A nivel académico se acepta que se ha superado la crisis, pero es obvio que no todas sus consecuencias negativas. Con este telón de fondo, las preguntas son obligadas: ¿Sigue siendo la política monetaria tan eficiente como lo ha sido en el pasado? ¿Sirve para alcanzar un crecimiento fuerte y sostenido? Es razonable tener dudas y que éstas aumenten con el tiempo a medida que se prolongan las medidas monetarias excepcionales. Sin olvidarnos del riesgo de contraindicaciones (“demasiado laxa durante demasiado tiempo”), pese a ir acompañada de medidas macroprudenciales para reducir los potenciales excesos que puedan surgir. Las distorsiones posibles van desde la asignación de recursos, a los excesos en los precios de los activos financieros, pasando por los riesgos derivados del fuerte y desordenado crecimiento de la financiación no bancaria. Y todo ello afecta a la estabilidad futura de las entidades de crédito.
¿Hay alguna alternativa? El FMI defiende la aplicación de políticas que persiguen un “crecimiento inclusivo”. Este se puede definir como el que resulta de una distribución más equitativa de los beneficios obtenidos de una mayor prosperidad. De acuerdo con el organismo supranacional, estas políticas son:
- Aumentar la productividad, a través de reformas y de eliminar rigideces que dificultan la inversión productiva.
- Romper el círculo vicioso entre pobreza y falta de educación.
- Acceso abierto a las oportunidades de empleo.
- Redes de protección y políticas redistributivas.
- Inclusión financiera, dar un mayor acceso a servicios y productos financieros.