Los bancos financian las necesidades de las familias y empresas. Para ello gestionan el riesgo de la intermediación bancaria, una transformación de plazos que canaliza el ahorro de la sociedad a corto y medio plazo hacia una financiación que sostiene el crecimiento a medio y largo plazo. Por eso los bancos son imprescindibles para la economía y cualquier cambio regulatorio debería considerar el elevado plazo de una parte importante de los préstamos de las entidades. En España el mejor ejemplo es el préstamo con garantía hipotecaria.
Para seguir invirtiendo y responder a las demandas de los clientes los bancos tienen que ser rentables. La experiencia de la reciente crisis ha dejado claro que los que no ganan dinero se convierten en un problema para la sociedad.
La mejora de la rentabilidad se relaciona con un cambio en el modelo de banca y se vincula a la innovación para una mayor eficiencia y un mejor servicio a un cliente, que pide valor añadido. Pero la rentabilidad también tiene sus propios condicionantes, desde la incertidumbre regulatoria hasta unas condiciones monetarias distorsionadoras. Además, para que la rentabilidad mejore es necesario superar los lastres del pasado que limitan el margen de actuación de los bancos en su objetivo último: generar prosperidad.
Los bancos españoles hacen un importante esfuerzo para reducir sus activos improductivos. A finales de 2016 se estimaban en más de 190.000 millones, cifra que se está reduciendo de forma sustancial al recortar la morosidad y con ventas de activos inmobiliarios. Las autoridades europeas piden a los bancos que eliminen este tipo de activos y pueden exigirles más provisiones. En España, parte de estos activos respaldaba medidas sociales llevadas a cabo por los bancos durante la crisis. Una vez superada la crisis se debe afrontar la venta de estos inmuebles a especialistas en gestión inmobiliaria. La mejor aportación que pueden hacer ahora los bancos para superar las consecuencias de la crisis es favorecer la inclusión financiera y un crecimiento sostenible a través de la mejor financiación posible.
Es fundamental que haya claridad regulatoria para que los bancos puedan desarrollar su cometido. Su éxito, que lo es también para la sociedad, obliga a cortar con los lastres de pasado que pueden condicionar la estrategia futura. Reducir la morosidad y los adjudicados del balance es una prioridad para todos.