La banca española está atravesando la crisis razonablemente bien, a pesar de su elevada exposición al sector inmobiliario.
Analistas e inversores extranjeros tienen desde hace bastantes meses -tantos que resulta casi innecesario mencionarlo- puesto a nuestro país en su punto de mira. Para nada bueno, y ahí está como muestra clarísima el acusado repunte del diferencial de la deuda española, desde 75 a más de 200 puntos básicos, a partir de mayo del pasado año. Ahora bien, no todos los argumentos esgrimidos tienen la misma consistencia. Se antojan muy débiles, como han puesto de manifiesto voces autorizadas procedentes de diversos ámbitos, los basados en un posible efecto contagio de problemas sufridos por otros países periféricos del área euro.