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“No puede haber una transición hacia una economía sostenible sin involucrar a la pyme”

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Entrevista a nuestro director de Estrategia y Sostenibilidad, Juan Carlos Delrieu, con ocasión de los cursos de verano de la Universidad del País Vasco UPV/EHU

Tan importante como el riesgo de greenwashing (lavado cara verde) es el riesgo de timewashing, es decir, el tiempo que se pierde cuando se justifica la inacción por falta de datos o por una regulación incompleta. Lo importante es comenzar a actuar y estar dispuesto a generar impacto en el entorno en el que operas.

“No puede haber una transición hacia una economía y realidad sostenible sin involucrar a la pequeña y mediana empresa que es la que conforma el tejido productivo en nuestro país (el 96% de las empresas españolas tienen menos de 10 empleados). Si no logramos convencer a las pymes de la oportunidad que supone adaptarse al cambio climático, el esfuerzo que están haciendo las grandes empresas y el sistema financiero, resultará insuficiente. Las pymes tienen que subirse al tren de la sostenibilidad pero, de momento, lo están interpretando como un incremento de costes sin apreciar, todavía, las bondades que se derivan al apostar por la sostenibilidad”.

Existe una relación biunívoca entre las empresas y las entidades financieras. Los bancos están comprometidos con la transformación que exige mitigar los riesgos derivados del cambio climático a través de una regulación europea y una supervisión por parte de los bancos centrales cada vez más exigente; además, están asumiendo una serie de compromisos públicos muy ambiciosos como los que se derivan, por ejemplo, del Acuerdo Colaborativo de Acción por el Clima que firmaron el 95 % de los bancos españoles, con obligaciones de profundo calado, por lo tanto, lo más efectivo es que se hable el mismo lenguaje inter pares. Los bancos cumpliendo su función de asesoramiento y facilitando nuevos instrumentos y productos financieros con condiciones financieras especiales, y las empresas transmitiendo su voluntad de cambio, ofreciendo datos reales de los proyectos que avalen su transformación hacia un mundo más amigable con el medio ambiente. La gestión y comunicación de métricas de sostenibilidad facilita el diálogo con los bancos y mejora condiciones financieras de las empresas.

Además, la credibilidad en estos temas se puede medir, aunque sea de manera cualitativa. Como señala Juan Carlos Delrieu, director de Estrategia y Sostenibilidad de la AEB (Asociación Española de Banca) y miembro del Comité directivo de Finresp (Centro de Finanzas Responsables y Sostenibles), “tener un plan de transformación, tener al equipo directivo y al consejo de administración involucrado en estos temas y demostrar que quieres generar impacto con tus acciones, son señales de un firme compromiso”. Es muy importante ver un equipo comprometido, que haya cambios en los procesos de producción o tener una agenda de acciones en favor de su entorno social. Tan importante es demostrar la voluntad de cambio como cumplir con la normativa climática. “El que tiene voluntad de transformación la tiene”.

No obstante, es posible que aquellas empresas que todavía tengan dudas sobre la importancia de incorporar los criterios ambientales, sociales o de gobernanza que engloban el concepto de sostenibilidad se sientan en este momento más receptivos. No cabe duda de que las ayudas extraordinarias que lleguen de Europa serán un gran acicate porque exigen que el 37% de ellas estén destinadas a proyectos sostenibles. Por tanto, de no haber recibido los fondos de recuperación, es probable que, a pesar de la Agenda Verde Europea, estaríamos iniciando en nuestro país una senda de ajuste hacia una economía sostenible con más lentitud.

Que los bancos y empresas publiciten su cara verde, no tiene por qué tener una lectura negativa. Al contrario, estamos en una fase en el que la concienciación y la divulgación debe valorarse de manera muy positiva. La transformación hacia la sostenibilidad es un camino, un proceso en el que queda mucho por avanzar. Por ello, Juan Carlos Delrieu defiende la determinación del sistema financiero para esta transformación de forma vehemente en el curso organizado por Elkargi sobre “El impacto de la sostenibilidad en las Pymes. Una oportunidad de futuro” dentro de los Cursos de Verano de la UPV/EHU.

La banca está trabajando de forma proactiva, cooperando e intercambiando mejores prácticas y asumiendo una serie de compromisos públicos muy exigentes. En 2019 los principales bancos españoles se adhirieron a los Principios de Banca Responsable, un acuerdo que, sin duda, supone un punto de inflexión entre la banca, su forma de operar y su entorno. Desde aquel momento, a finales de ese mismo año, en el marco de la COP25 en Madrid, el 95% de los bancos españoles firmaron un Compromiso Colaborativo de Acción por el Clima lo que supone alinear el portafolio de los bancos al Acuerdo de París en 2030. Y más recientemente, los grandes bancos se han adherido al Glasgow Financial Alliance to Net Zero (GFANZ), que supone dar un paso más y comprometerse a la descarbonización del sistema en 2050.

Pero no es la única acción que los bancos están adoptando para demostrar su firme voluntad para contribuir a una economía baja en carbono y más sostenible. De hecho, la función ha dejado de concentrarse en las áreas de RSC para llegar al despacho del CEO de la compañía e incluso al consejo de administración. Una determinación que viene influida por el marco regulatorio y las expectativas supervisoras de los bancos centrales, así como por los propios accionistas, como nos recuerda cada año Larry Fink, CEO del fondo de inversiones de BlackRock.

Otro detalle que demuestra la convicción del sector financiero por contribuir a esta transformación fue la creación del Centro de Finanzas Responsables y Sostenibles (FinResp) que, al amparo de la red global ligada a las Naciones Unidas (Financial Center for Sustainability -FC4S-), nace con el objetivo de involucrar al conjunto del sistema productivo español en una transformación sostenible. Para ello, entienden la concienciación social como materia prima por lo que uno de sus principales objetivos es el papel que el mundo de las finanzas debe cumplir en esa transición facilitando que las pymes, quizá el eslabón perdido en una sociedad muy sensible al cambio climático, puedan entender las bondades de esta transformación y ayudarlas a capitalizar las oportunidades que surjan durante la transición hacia una economía neutra en carbono. No obstante, Juan Carlos Delrieu señala que más allá de la concienciación y la divulgación, Finresp ha establecido que la formación, el intercambio de mejores prácticas entre las entidades financieras, pero también con otros Centros en el mundo y la identificación de fórmulas de financiación innovadoras, también son elementos esenciales de la agenda estratégica del Centro en España.

Sobre la regulación, es claro que la UE ha decido abanderar la apuesta verde, aunque la llegada de Biden como presidente de Estados Unidos, no solo refuerza las políticas diseñadas en Europa sino que, probablemente, se acaben extendiendo más allá de nuestra región. De ellas, destaca el Reglamento de la Taxonomía, una norma tan necesaria como, de momento, compleja de aplicar. No obstante, en su papel de “diccionario” ya está cumpliendo su función que es trascender al diseño original ligado a las inversiones financieras para condicionar cualquier debate en el seno de la UE. Una brújula que tiene el firme propósito de movilizar el capital privado mitigando el riesgo de greenwashing.  Ahora bien, pese al favorable propósito del marco regulatorio que la UE está diseñando, para Juan Carlos Delrieu quizá vendría bien “andar un poco más despacio en cuestiones normativas porque nuestras economías están siendo presionadas y las dificultades que surgen frente a la complejidad y ambigüedad del sistema, puede tender a paralizarnos, con el riesgo de que la inacción pueda acabar siendo tan elevado como el greenwashing”. Es posible que fuese mucho más apropiado delimitar con claridad un campo de juego a través de unas normas y que una vez dentro se promueva la vocación transformadora de las empresas. En este sentido, la corresponsabilidad de la Administración Pública es esencial para agilizar el proceso de transformación.

“El diseño de la economía verde que queremos no debe recaer únicamente en la banca. Aunque estemos dispuestos a contribuir a esta trasformación productiva y social y estemos dispuestos a financiarla, el diseño de país, la senda y la velocidad del cambio, debe estar en manos de la Administración.”

Juan Carlos Delrieu, director de Estrategia y Sostenibilidad de la Asociación Española de Banca

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