Nuestros bancos están padeciendo como todos el muy elevado esfuerzo requerido por la evaluación global, pero se muestran plenamente confiados de pasar el examen con nota.
El proyecto europeo de Unión Bancaria, ya en marcha, es el reto más ambicioso que se han propuesto los socios comunitarios desde la creación del euro. Y, como tal, va a traer consigo profundos cambios estructurales que irán mucho más allá del propio sector bancario, ya que es de esperar que se constituya en un robusto refuerzo y soporte de la moneda común, abriendo a la vez una ruta más fiable hacia una futura unión económica plena.
Pero es obvio que van a ser los bancos quienes primero sientan en carne propia las exigencias y efectos de la Unión Bancaria, que en su faceta regulatoria viene a ser para las entidades de la eurozona la guinda que corona el ingente pastel normativo que se ha venido imponiendo a la actividad financiera desde el comienzo de las crisis.