Desde el sector bancario queremos que España se ponga a la cabeza en lo que a innovación financiera se refiere, y defendemos la puesta en marcha de un sandbox regulatorio.
La innovación es defendida por todos los teóricos económicos como un elemento clave para el crecimiento económico. Aunque existen diferentes definiciones del término, innovación es la capacidad de transformar una idea novedosa en valor. Valor para el cliente, para el proveedor y, en general, para la sociedad. Ante esta perspectiva, ¿quién podría resistirse ante el círculo virtuoso que permite la innovación?
Durante muchos años el sistema bancario español ha presumido de ser pionero en incorporar nuevas tecnologías. Así ha sucedido, por ejemplo, en los medios de pago. No obstante, la era digital trae nuevos retos. Existen nuevos canales de interrelación y comercialización, un cliente cada vez más digital, más informado y exigente, ávido por recibir un mejor servicio. Hay además nuevas tecnologías que permiten extraer valor de la in- formación, transformar procesos y ganar eficiencia. Y, en este contexto, surgen nuevos competidores, con una mochila más ligera en términos de regulación y sistemas heredados.
Ante este nuevo entorno, la industria financiera no puede perder el tren de la innovación. Pero para ello, debe vencer importantes desafíos ligados tanto a su corsé regulatorio, como a su propia idiosincrasia que entorpecen la adopción de un enfoque de “probar y aprender”, necesario para la innovación.
Un ‘sandbox’ regulatorio debe ser nuestra apuesta estratégica en el sector bancario.
Las autoridades de regulación y supervisión se enfrentan también a un gran dilema a la hora de decidir qué enfoque adoptar con relación a los nuevos desarrollos tecnológicos y a los nuevos entrantes. El nivel de exigencia de las medidas prudenciales tradicionales para asegurar la necesaria estabilidad financiera puede entorpecer la flexibilidad y agilidad de muchos casos de negocio prometedores, con el riesgo a futuro de perder posiciones en materia de competitividad y desarrollo.
Se trata entonces de encontrar un equilibrio óptimo entre garantizar el buen funcionamiento del mercado y facilitar procesos innovado- res. En muchos países ya se ha comenzado a implementar iniciativas para dar respuesta al desafío que introduce la transformación digital en el ámbito financiero. Uno de los instrumentos que mayor acogida está teniendo es la puesta en marcha de un campo de experimentación o sandbox regulatorio.
Lorena Mullor, asesora de Public Policy