Los avances que se han producido en estos últimos años sugieren que se puede prolongar la fase de expansión económica y creación de empleo sobre la base de un sector bancario que se encuentra en una posición mucho más saneada que en el pasado para apoyar el crecimiento económico.
La economía española ha vuelto a registrar un ritmo de crecimiento por encima del 3% en 2017, por tercer año consecutivo, gracias al ajuste de los desequilibrios que se derivan de la moderación de los costes internos, la reducción del déficit público, la firme aplicación de políticas de oferta y la profunda reestructuración que ha llevado a cabo el sector financiero. Aun así, estos resultados probablemente no habrían sido posibles si no se hubiera producido la puesta en marcha de la Unión Bancaria y si el Banco Central Europeo no hubiera actuado con firmeza para relajar las tensiones en los mercados financieros. A ello se suman algunos factores externos concretos, como la mejora del crecimiento económico mundial y en particular, el sorprendente impulso económico en la zona euro, la caída de los precios de la energía y una evolución favorable del euro frente al dólar.
No obstante, existen riesgos que podrían alterar esta favorable situación, entre los que sobresale la definición de políticas económicas globales con un marcado acento proteccionista, así como el impacto que las posibles alzas de tipos de interés previstas en Estados Unidos para 2018, podría generar en un entorno de elevado endeudamiento. En la Eurozona cabe destacar la incertidumbre generada por la normalización de la política monetaria en un contexto en el que las propuestas populistas siguen siendo muy atractivas para una gran parte de los ciudadanos; en este sentido, habrá que valorar el impacto derivado del Brexit. En España, los riesgos que amenazan la sostenibilidad del crecimiento económico proceden del elevado endeudamiento público y de la parálisis reformista propiciada, en parte, por el desafío independentista en Cataluña.
A pesar de la incertidumbre generada por la existencia latente de este conjunto de riesgos sobre los que habrá que darle seguimiento y estar prevenidos frente a ellos, los avances que se han producido en estos últimos años sugieren que se puede prolongar la fase actual de expansión económica y creación de empleo sobre la base de un sector bancario que, a pesar de los múltiples retos a los que se sigue enfrentando, se encuentra en una posición mucho más saneada que en el pasado para apoyar el crecimiento económico que, para 2018, volverá a estar cerca del 3%. Ahora bien, es preciso tener en cuenta que el estímulo monetario del BCE, por sí solo, no es suficiente, por lo que será preciso complementarlo con otras medidas en el ámbito fiscal y con reformas estructurales capaces de impulsar un uso más intensivo y eficiente de los factores de producción.
En este sentido, las tareas a las que se debe enfrentar el gobierno son múltiples. Es urgente abordar un pacto para reformar el modelo educativo, modernizar y diversificar el modelo productivo y adaptar los fundamentos del Estado del Bienestar al cambio que, necesariamente, propiciará la transformación tecnológica y el envejecimiento de la población. Para disponer de los recursos necesarios, será imprescindible afrontar el saneamiento de las cuentas públicas y la reforma de las Administraciones Públicas bajo estrictos criterios de austeridad y de eficiencia. De la misma forma, se precisan medidas para mejorar la asignación de recursos y el ajuste de los precios a través del refuerzo de la competencia en los mercados de bienes, servicios y factores. Estas medidas deberían venir acompañadas de la extensión de la actividad exportadora hacia nuevos mercados con potencial de crecimiento elevado mediante un marco administrativo, regulatorio y fiscal que promueva el aumento del tamaño de la empresa española y, por tanto, su competitividad, lo que requiere simplificar y agilizar la legislación vigente.
De cara al futuro, todo apunta a que, si se adoptan las medidas de política económica adecuadas y se profundiza en la senda de ajuste de los desequilibrios pendientes y de flexibilización de los mercados, la economía española seguirá generando nuevos puestos de trabajo y estará en condiciones de impulsar el crecimiento de la productividad.
Desde luego, más allá del esfuerzo que se debe hacer en España para elevar el potencial de crecimiento y reducir el umbral a partir del cual la economía es capaz de generar empleo neto, para aprovechar al máximo las ventajas que brinda la Unión Monetaria será preciso terminar el andamiaje de la Unión Bancaria con el diseño y aprobación de un Fondo de Garantía de Depósitos Europeo, así como iniciar con determinación la integración presupuestaria y de un Tesoro común europeo.
Juan Carlos Delrieu, director de Estrategia y Análisis Económico de la Asociación Española de Banca