La posibilidad de establecer nuevos impuestos sobre el sector financiero se ha convertido en tema de debate recurrente en las agendas de los principales foros políticos, especialmente en el ámbito comunitario europeo.
El tema se comenzó a debatir en algunos países cuyos gobiernos habían concedido ayudas a entidades financieras residentes en su territorio con la finalidad de evitar su quiebra y el consiguiente efecto contagio al resto del sector y a la economía real. El objetivo era establecer un impuesto de carácter temporal que permitiese recuperar el coste que los contribuyentes habían soportado como consecuencia de los rescates bancarios, respondiendo de este modo a la opinión pública que exigía que no se socializaran las pérdidas en las que había incurrido el sector financiero.
La necesidad de reducir la probabilidad y el coste de nuevas crisis financieras, unido al elevado potencial recaudatorio que algunos expertos atribuyen a los nuevos impuestos que se están analizando, ha motivado que el debate haya evolucionado hacia otras perspectivas y que se haya planteado la posibilidad de utilizar los fondos recaudados para otras finalidades distintas a la inicial.