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Expansión.

Mercaderes y banqueros

Artículo publicado por Gonzalo Viñuales (Universidad Rey Juan Carlos) y José Luis Martínez Campuzano (portavoz de la AEB) en Expansión.

Siempre es un placer volver a releer la deliciosa monografía Mercaderes y banqueros de la Edad Media del eminente y prolífico medievalista francés Jacques Le Goff, fallecido en 2014. Publicado dentro de la famosa colección Que sais-je? hace más de 60 años, en 1956, a Le Goff le encargaron la redacción de una breve monografía sobre el comercio en la Edad Media y él lo sintetizó para la posteridad en un concepto, o dicho con sus palabras, en una categoría social nueva: el mercader-banquero. Con magistral pluma supo retratar el mundo de la primera emergencia del capitalismo y del papel, quizá el protagonismo, que alcanzaron los comerciantes, primigenios banqueros, en el crecimiento económico de Europa, especialmente urbano, y en su florecimiento cultural cuanto menos desde el siglo XIII. Con gran capacidad didáctica nos explica el posible nacimiento y la generalización del uso de la letra de cambio, de los seguros o de la contabilidad por partida doble, mejoras de los métodos y de las técnicas que estimularon la actividad de las societas maris o de las compagnias de mercaderes. Mercaderes que a paso lento, tal y como relata Le Goff gracias a un completo y ameno manejo de las fuentes, se fueron haciendo útiles y necesarios entre y para los diversos sectores de la sociedad, de su sociedad. Mercaderes-banqueros de los que Benedeto Cotrugli de Ragusa en su manual sobre El comercio y el mercader ideal, escrito a mediados del siglo XV, ya podía afirmar, “[…] tratan con artesanos, gentiles- hombres, barones príncipes y prelados de todos los rangos, los cuales acuden en tropel a visitar a los mercaderes, a quienes siempre necesitan […]”. Necesidad no exenta de cierta controversia. Le Goff, agnóstico reconocido, no obvia acercarse con claridad al tema de la evolución de la actitud de la Iglesia frente a estos comerciantes y sus actividades, donde de priorizar un debate centrado en la usura y el crédito, se fue pasando a aceptar, valorar, y en ocasiones, hasta proteger, a los mercaderes-banqueros, impulsando su labor de beneficencia y de fecundo mecenazgo cultural. Una labor de patrocinio que según reconoce Le Goff abriría nuevos y fecundos horizontes a las ideas y a las artes a las puertas del Humanismo y del Renacimiento.

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