El pasado lunes, 7 de octubre, celebramos el 10º aniversario del Día de la Educación Financiera. Las autorizades impulsoras del Plan de Educación Financiera -el Banco de España, la CNMV y el Ministerio de Economía, Comercio y Empresa -, así como el Ministerio de Educación, volvieron a mostrar su firme compromiso con la formación en finanzas, en atención a la necesidad de que los ciudadanos cuenten con una base firme de conocimientos que les permitan tomar decisiones informadas, razonadas y con seguridad en la administración de sus propios recursos.
Desde el sector bancario, además de colaborar con este Plan, hemos redoblado los esfuerzos para continuar acercando a los ciudadanos la educación financiera, más necesaria que nunca, a través de múltiples programas y talleres dirigidos, especialmente, a jóvenes y niños, personas con discapacidad y personas mayores, así como a la llamada España rural. El objetivo no es otro que proporcionar las herramientas necesarias y los conceptos económicos básicos además de suministrar algunas pautas de ciberseguridad para que puedan gestionar sus finanzas personales con soltura y de manera segura en entornos digitales.
Y es que la formación financiera se ha convertido en una habilidad esencial para navegar en el complejo mundo económico actual. Desde la comprensión de conceptos básicos como los gastos o los ingresos, hasta la capacidad para planificar inversiones o gestionar deudas, el hecho de adquirir conocimientos financieros permite a las personas tomar decisiones informadas, y contribuye a evitar la indeseable inestabilidad económica, además de caer en una, todavía más indeseable, estafa.
Sin embargo, dentro de las múltiples palancas que ofrece la educación financiera, el ahorro, es un paso fundamental para el bienestar económico. Ahorrar es una práctica financiera saludable, ya sea para protegerse ante posibles gastos imprevistos o para alcanzar metas a medio o largo plazo, como podría ser la compra de una vivienda, la educación de los hijos o, sencillamente, para utilizarlo cuando sea necesario, con el objetivo principal generar seguridad financiera y bienestar en el tiempo.
Los motivos para ahorrar pueden ser muy variados. Pero si el objetivo es obtener un retorno de esa reserva económica, la educación financiera es fundamental, para valorar las diferentes opciones posibles. Porque son también muy variadas, y conviene valorarlas con detenimiento, contrastando necesidades y objetivos.
La CMNV ha señalado en alguna ocasión la relación entre los conocimientos financieros y las dinámicas de ahorro e inversión. Y hace tan solo unos días el presidente de la CNMV, Rodrigo Buenaventura, señalaba la importancia de desarrollar un plan para estimular que las familias inviertan una mayor parte de sus ahorros en instrumentos financieros como fondos de inversión y de pensiones, bonos y acciones.
Según los últimos datos publicados, las familias españolas distribuyen el grueso de su ahorro financiero en un 37% a través de depósitos y efectivo, un 30% en participaciones en el capital de compañías, un 16% en fondos de inversión y otro 13% en seguros y fondos de pensiones. Aunque en los últimos meses la tendencia hacia los fondos de inversión ha sido más favorable.
Al tiempo, el VIII Barómetro del Ahorro del Observatorio Inverco señala una clara relevancia de los ahorradores de perfil conservador, que suponen más de la mitad. mientras que los moderados se sitúan en el 36% y el perfil dinámico apenas el 8%, siendo una gran parte jóvenes de menos de 29 años.
Como señalaba el presidente de la CNMV, hay factores estructurales y también culturales detrás de este comportamiento conservador. Pero es cierto que la cultura y la educación financiera van de la mano, y que las finanzas van ganando interés entre la población, gracias al esfuerzo de todos por acercar estos conceptos a la sociedad.
Llama la atención como el propio Observatorio Inverco señala el bajo conocimiento de los ahorradores de los diferentes productos financieros y, de forma paralela, por ejemplo, que los partícipes en fondos de inversión con independencia de su perfil reconocen que su rentabilidad es superior a la de productos más conservadores.
En definitiva, la educación financiera no debe limitarse a aportar conocimientos, sino que debe ayudar a manejarlos en beneficio de las personas, no solo para que puedan gestionar mejor sus finanzas, sino que puedan obtener los mejores resultados, comparando opciones y valorando objetivos, de forma autónoma, informada y con seguridad. Y en esto, como en todo, el saber sí ocupa lugar.
Carmen Rizo Medina, asesora de la AEB y responsable de Acción Social
José Luis Martínez Campuzano, portavoz de la AEB