Alejandra Kindelán (Caracas, 1971) es licenciada en Economía y Políticas por Wellesley College (Wellesley, Massachusetts) ha realizado un PDG en IESE (Madrid) y el programa de estudios bancarios de Insead (Fontainebleau). Tras su etapa como directiva del Santander, preside desde abril de 2022 la Asociación Española de Banca (AEB) tras relevar al aragonés José María Roldán en un puesto que le permite «seguir siendo parte del sector, con un poco más de visión y de perspectiva»
El sector bancario vive un buen momento. Los resultados de las entidades han sido positivos, se han beneficiado de las subidas de tipos de interés. ¿Lo ve así?
Lo excepcional fueron los diez años de tipos de interés 0 o negativos, eso no era lo normal. Hay dos explicaciones. El peso del crédito sobre los balances bancarios en España es especialmente elevado y eso hace que enseguida la subida de tipos se refleje en la mejora de la rentabilidad. La segunda, que tenemos un sector muy diversificado geográficamente. España es sede de grandes bancos, que generan una parte importan-te de su beneficio fuera de España. De hecho, de los 26.000 millones de resultados que ha tenido el sector el año pasado, más de un 60% se generó fuera de España.
¿A dónde va esa rentabilidad?
Al final esa rentabilidad, esa fortaleza, nos permite generar capi-tal para seguir prestando en un momento en el que hace falta mucha inversión. Esa rentabilidad también va a los accionistas. La banca española tiene casi 5 millones y medio de accionistas, la mayor parte minoristas, familias. Es bueno que el dividendo de los bancos complemente la renta de las familias españolas, que no son cuatro señores de copa y puro que reciben un dividendo.
¿Qué más aportan los bancos?
La banca española paga muchos impuestos. Tenemos una tasa en el impuesto de sociedades mayor que en el resto de sectores, pagamos un 30%, pero es que además hay impuestos sobre los depósitos, sobre actos públicos documentados, y ahora tenemos el famoso gravamen. La presión fiscal del sector es de más del 60%.
¿Cuánto han aumentado sus impuestos con el gravamen?
Según un estudio de PriceWaterhouseCoopers, la presión fis-cal era del 51% antes del gravamen y ahora es del 60% o 61%.
El Gobierno argumentó que la banca tenía que arrimar el hombro con el país.
La elevada presión fiscal y todos los impuestos que paga el sector son una forma clarísima de arrimar el hombro. Además, ahí está la contribución que hacemos a la economía y a la sociedad. Según levantan la persiana, las oficinas bancarias están dando crédito, ayudando a los ciudadanos a cumplir sus proyectos y sus sueños. Hemos ayudado a resolver los problemas, por ejemplo, en la España rural, con los mayores con mejores prácticas… El impuesto se anuncia en un debate del Esta-do de la Nación, sin preaviso.
¿No les dijeron nada antes?
Nos enteramos por el discurso (del presidente Sánchez). El impuesto está basado en dos premisas falsas. Una, los beneficios caídos del cielo, cuando ya decimos que lo excepcional eran los diez años de tipos de interés 0 o negativos. Eso genera rentabilidad, sí, pero es importante que la banca sea rentable.
¿Y la otra falacia?
El rescate a la banca, que no fue rescate ni a la banca. Se apoyó a entidades que ya no están aquí. Y las que sí están aportaron al fon-do de garantía de depósitos 22.000 millones de euros, también 2.600 millones a la Sareb.
¿Cómo son sus relaciones con el Gobierno?
Continuas y constantes. A diario tenemos relación sobre distintos temas. La semana pasada tuvimos un evento sobre finanzas responsables. Hemos hablado de digitalización con varios ministerios. La relación es fluida, hablamos de muchas cosas y decimos lo que no nos gusta, por supuesto.
Pero el gravamen permanecerá.
El Gobierno está planteando que sea permanente, lo que nos sorprende, justamente este año que los tipos ya apuntan a la baja. Por otro lado, también está la incertidumbre geopolítica, los riesgos que hay ahora mismo en el mundo, que requieren que la banca es-té más fuerte que nunca. Hay riesgos, por ejemplo, en lo que se llama el inmobiliario comercial, que no es un problema en España pero sí en Estados Unidos o Alemania. Podríamos tener turbulencias en los mercados financieros y tenemos que estar preparados, con los mejores niveles de capital posibles. Un impuesto no es lo que necesita ahora mismo el sector.
¿Está el sector bien dimensionado, habrá más fusiones?
En España hay un buen nivel de competencia. Los precios del crédito para pymes o del crédito hipotecario están por debajo de la media europea. Tenemos jugado-res pequeños, locales, globales. Quizás de lo que yo sí hablaría es de ambición europea, un mercado bancario verdaderamente integrado. Eso nos falta. Se avanzó mucho en la crisis anterior pero hay que dar un paso más. Hoy tenemos un supervisor único, pero nos falta un fondo de garantía de depósitos único, que permita que los bancos sean verdaderamente europeos. Porque si no, se les sigue valorando en función de su nacionalidad y no de su solvencia.
El Gobierno acaba de aprobar un proyecto de ley para crear la Autoridad de Defensa del Cliente. ¿Hacía falta?
A nosotros todo lo que sea mejorar la protección de los consumidores nos parece una idea buena. Pero decimos que se podía mejo-rar el sistema que hay, el sistema de reclamaciones en Banco de España, en la CNMV y en Seguros. Crear una autoridad nueva puede generar gastos que hoy no sabemos hasta donde pueden llegar.
Usted preside la AEB, pero hay otra patronal bancaria, la CECA, la de las antiguas cajas de ahorros. ¿No piensan en fusionarse?
La verdad es que trabajamos muy bien juntos. Lo hacemos codo con codo con la CECA y también con UNACC, que representa a las corporativas de crédito y cajas rurales. Eso enriquece. Tenemos una colaboración continua y casi no tenemos ni tiempo para pensar en una fusión.
Entrevista realizada por Luis H. Menéndez