ENTREVISTA
En abril de 2022, Alejandra Kindelán (Caracas, 1971) se convirtió en la primera mujer en presidir la Asociación Española de Banca, la patronal que aglutina a unas 70 entidades españolas y las sucursales en el país de bancos extranjeros. Esta economista participó días atrás en Málaga en la jornada ‘Banca digital hacia la inclusión’, organizada por la Fundación AEB y la Asociación Somos Digital con motivo de la semana de la educación y financiera y concedió una entrevista a SUR.
¿Cómo está siendo la experiencia al frente de AEB?
Buenísima. Es una experiencia que me está permitiendo entender y conocer mejor el sector. Un sector muy diverso, con bancos grandes y pequeños, y donde el hilo conductor es que son bancos muy comerciales, muy pegados a sus clientes, donde el peso del crédito es muy importante, y donde a pesar de que ha habido cierre de oficinas tenemos la tercera red de oficinas más densa de Europa. Además, son bancos innovadores que han creado Bizum, un sistema de pagos directos de forma digital que ya utilizan 25 millones de usuarios.
¿Cuáles son los ejes de su mandato al frente de la AEB?
La asociación tiene dos cometidos importantes. Uno está relacionado con estar pendiente de cuáles son los intereses del sector ante los cambios regulatorios y el otro tiene que ver con la comunicación y la reputación. Respecto a este último objetivo, trabajamos en que se entienda la misión del sector, que es apoyar el progreso de las familias y de las empresas, que es respaldar el progreso de nuestra economía y la sociedad, y en apoyar en los objetivos sociales que tenemos como país atendiendo a las personas mayores o el reto demográfico.
Tras la crisis financiera de hace más de una década y tras la pandemia, ¿cuál es el estado del sistema bancario español?
El sector está en un buen momento de solidez financiera. Hemos pasado una década de tipos de interés bajos o negativos que ahora se están normalizando y eso nos permite recuperar rentabilidad. Esa recuperación de rentabilidad es muy importante porque la rentabilidad es la primera línea de defensa para tener solvencia y seguir dando crédito para apoyar al progreso, las familias y las empresas. Somos el sector más eficiente de Europa y somos bancos muy bien gestionados. La otra fortaleza es la sensibilidad social con el apoyo a los mayores, la España rural y o los hipotecados vulnerables.
Enlazando con esto último, ¿cómo ha reaccionado el sector para atender a las familias que están teniendo graves dificultades económicas?
Hay mucha sensibilidad con la situación de estas familias, que viven un aumento de la inflación y un proceso de subida de tipos de interés, que los dirige el Banco Central. Esta situación es una preocupación del sector y por eso firmamos el convenio de buenas prácticas con el Gobierno a finales del año pasado, anticipándonos a una situación de posibles dificultades, que le ofrece una serie de medidas a las familias en determinados umbrales de renta. Pese a la situación, no hemos visto un repunte de la morosidad, que sigue muy bajita.
¿Temen que pueda haber, a medio y largo plazo, un repunte de la morosidad y los impagos?
Lo normal con el ciclo económico y con una cierta desaceleración que estamos viendo es que se pudiera producir un aumento de la mora, pero por ahora no lo estamos viendo. Los bancos están muy tranquilos. El empleo está aguantando bien y la principal variable que determina la morosidad en banca es el empleo. Teniendo las tasas de empleo que tenemos hoy, lo que vemos son tasas de mora todavía muy controladas.
La subida de tipo de interés ¿hasta dónde va a llegar?
Nosotros no tenemos previsiones propias. Los tipos están subiendo para frenar la inflación y lo que vemos del consenso del mercado es que igual están llegando ya a su límite.
¿No se le podría lanzar un mensaje de esperanza a los ciudadanos de hasta cuándo va a durar esta situación?
Esto depende del Banco Central Europeo, cuya su principal misión es controlar la inflación. La verdad es que en España hasta ahora ha bajado la inflación, sin embargo en Europa todavía hay ciertas tensiones inflacionistas, así que es muy difícil saber.
La concesión de hipotecas se está resintiendo precisamente por la subida de tipos. Paralelamente, la demanda de vivienda cada vez es más acuciante, sobre todo por los jóvenes. En este sentido, ¿la banca está planteando algún tipo de medidas para facilitar acceso de los jóvenes a la vivienda?
Este es un tema que tenemos muy analizado. Sabemos que entre los jóvenes por debajo de 35 años hay un 40% aproximadamente que tendría capacidad de pagar una cuota hipotecaria, sin embargo, solamente un 3% puede pagar ese 20% de entrada que se le pide a cualquier comprador de vivienda. Ahí es donde tenemos que buscar soluciones. La banca ha propuesto algunas ideas como avales públicos o garantías que permitan cubrir o apoyar esa entrada y que luego los jóvenes con sus ingresos ya puedan ir pagando las cuotas. Esta idea funcionó en el Reino Unido y podría funcionar también aquí.
¿Cómo valora el aval impulsado por el Gobierno para los jóvenes?
Este tipo de soluciones nos parece que son adecuadas. Retomando el tema de las hipotecas, los nuevos créditos hipotecarios que se están concediendo este año siguen siendo superior a lo que se concedían en el mismo periodo de 2019, antes de la pandemia. Tras la pandemia vino un rebote increíble del crédito, posiblemente por la demanda embalsada de compra de vivienda y de coches, que llevó a que en 2021 y 2022 hubiera una subida muy fuerte del crédito y ahora la desaceleración es mayor porque venimos de niveles excepcionalmente altos. Pero, si comparamos con el 2019 en cuanto a crédito hipotecario estamos aproximadamente un 25% por encima.
¿Por qué suben las hipotecas, pero no la remuneración del ahorro?
Desde la AEB no debemos hablar mucho del tema porque son condiciones comerciales de cada entidad. Sí puedo comentar que la subida de los tipos ha sido muy rápida en muy poco tiempo y en un año en el que todavía había un exceso de liquidez enorme en el mercado, porque durante una década la política del Banco Central ha sido dar mucha liquidez, pues es difícil entender que hubiera un incentivo para pagar por la liquidez. Dicho eso, se está convergiendo y ya la diferencia con Europa es mucho menor y estamos en un proceso de normalización.
Sobre el riesgo de exclusión financiera de los mayores, ¿se está corrigiendo esa tendencia?
Se está haciendo un esfuerzo enorme porque nos parece prioritario. Vivimos en una época de digitalización que se intensificó con la pandemia. A la salida de ella, nos dimos cuenta que había una parte de los clientes, los mayores, que les costaba esa digitalización y que preferían la atención presencial. El sector se dio cuenta, rectificó y lanzó un plan estructurado y sectorial para ampliar los horarios de atención en caja a los mayores, para responder con personas a las llamadas de los mayores y también hemos adaptado las apps, las webs o los cajeros con menús más sencillos y letras más grandes, que eran demandas que nos hacían las asociaciones de mayores.
El otro riesgo es el de la exclusión financiera en el mundo rural, ¿ha frenado el sector ese riesgo?
Hay un esfuerzo importante que es continuo. Hicimos un diagnóstico de los municipios que se habían quedado sin presencia física de entidades y servicios financieros. De ahí segmentamos y en las localidades de más de 500 habitantes nos hemos comprometido desde el sector a ponerles al menos un punto de contacto: un cajero, un agente financiero o un ofibus. En los más pequeños, llegamos a un acuerdo con Correos para que sus carteros lleven efectivo y herramientas digitales con las que también se pueda hacer alguna operación. El último dato que tenemos es que las operaciones con Correos han aumentado un 35% y aún no han entrado todos los bancos.
Entiendo que digitalización es uno de los retos principales del sector bancario y paralelamente, la ciberseguridad del mismo.
La digitalización es una oportunidad enorme. La digitalización es inclusión, es decir, facilita la vida de los ciudadanos. Es cierto también que tenemos que cuidar de aquellos que quizás no tienen las capacidades o no quieran o no pueden digitalizarse. De ahí iniciativas como impartir cursos que se llaman ‘Banca fácil y segura’ para dar a los usuarios herramientas para operar digitalmente y hacerlo de forma segura.
¿Cómo ve la situación de Unicaja Banco tras los últimos cambios?
No puedo opinar porque no es un banco asociado nuestro y no tengo información.
¿Cómo valora la situación actual política del país?
Los cambios políticos son los que son y ahí no podemos y no tenemos por qué opinar. Vamos a trabajar siempre con el Gobierno que venga como hemos hecho siempre. También tenemos una relación con el Gobierno que nos permite decirles lo que no nos gusta, como, por ejemplo, el impuesto a la banca. Lo que sí pedimos es estabilidad y apoyar la competitividad de nuestra economía.
¿Temen que puedan haber nuevos impuestos al sector bancario si el actual Gobierno repite?
Esperamos que no. El actual impuesto lo tenemos recurrido porque es contraproducente. Es un impuesto que tiene un impacto económico negativo porque al quitarle 3.000 millones de beneficio a la banca son 3.000 millones de posible capital y, por lo tanto de crédito, que tendría un impacto potencial de 50.000 millones en crédito, y supone 250.000 hipotecas menos. Eso no es lo que necesita ahora mismo el país. Además, no estamos de acuerdo con las dos premisas sobre las que sustenta este impuesto. Una de ella es que es un impuesto a los beneficios extraordinarios y nosotros decimos que lo extraordinario ha sido la sido la década de tipos de interés cero o negativos que hemos tenido y ahora estamos normalizando los tipos de interés. Se está normalizando también la rentabilidad del sector y esos beneficios que tiene el sector hoy al final van a pagar impuestos. Un estudio reciente nos dice que el sector está pagando el 51% de impuestos sobre sus beneficios. Un 51% es la mayor tasa de Europa y si metemos también el nuevo gravamen, estaremos diez puntos porcentuales por encima del de otros países europeos. Es un impacto fiscal muy elevado. Además esos beneficios del sector también van a pagar un dividendo a los accionistas, que son 5,5 millones de personas, una gran parte familias y accionistas minoristas que tienen en el dividendo un complemento a su renta. El otro argumento para justificar el impuesto a la banca, es el tema del rescate bancario. Pues ni rescate, ni a la banca. Al final se ayudó a los depositantes de unas entidades que no eran bancos, por cierto, que estaban politizadas, tenían unos problemas de gestión evidentes y que a día de hoy ya no están aquí (alusión a las cajas). A esas entidades se les ayudó también desde el sector bancario y de las antiguas cajas sanas.
Entrevista realizada por Antonio M. Romero