La educación financiera desempeña un papel crucial a la hora de capacitar a las personas a tomar decisiones informadas sobre su dinero y proporciona la base para comprender conceptos financieros básicos como el presupuesto, el ahorro, la inversión y la gestión de las deudas. Al enseñar a las personas a gestionar eficazmente su economía, la educación financiera puede ayudarles a alcanzar sus objetivos a corto plazo, como la compra de una vivienda o el pago de deudas, así como objetivos a largo plazo, como la planificación de la jubilación.
Al mismo tiempo que España cuenta con unos niveles de cultura financiera relativamente bajos, estos últimos años se ha avanzado de manera considerable en la transformación digital. Mientras el 49% de los adultos en España tiene conocimientos financieros básicos -según el último estudio realizado por la OCDE sobre competencias financieras- la penetración digital en España alcanzó el 70% en 2022 frente al 52% en 2020, en línea con el esfuerzo del Gobierno planteado en el Plan España Digital 2026, según un estudio de KPMG. Con este rápido avance de la tecnología y de la transformación digital, es crucial que los ciudadanos tengan una sólida comprensión de los conceptos y herramientas financieros para navegar por el panorama digital con eficacia.
La educación financiera, como cualquier otro tipo de formación, puede aprovechar las nuevas tecnologías para llegar a un público mucho más amplio, adaptar los contenidos didácticos a las necesidades específicas, utilizar herramientas pedagógicas novedosas y diseñar encuestas eficientes y eficaces para comprobar los resultados obtenidos. Con la digitalización, el reto educativo se hace más fácil. Pero simultáneamente se hace más complejo.
La transformación digital permite experiencias de aprendizaje personalizadas e interactivas. Las aplicaciones y plataformas de educación financiera pueden recopilar datos sobre los hábitos y objetivos financieros de cada usuario y ofrecer recomendaciones y conocimientos personalizados. Este enfoque personalizado no solo mejora la comprensión de las personas sobre su propia situación financiera, sino que también promueve la participación y la motivación para aprender. Los elementos de gamificación también pueden hacer que la educación financiera sea más eficaz, especialmente, entre los más jóvenes.
Aunque las clases presenciales sigue siendo importantes, las instituciones financieras españolas también han apostado por la digitalización para mejorar la educación financiera, como se comprueba en el planteamiento que ha hecho el sector a través del Aula Financiera y Digital. Esta iniciativa del sector bancario, impulsada por la AEB, la CECA y la UNACC, facilita en una web el acceso a contenidos de diversas entidades para que las personas puedan ampliar sus conocimientos financieros y habilidades digitales.
En cualquier caso, es probable que sea conveniente cultivar métodos de enseñanza que, además de impulsar los conocimientos financieros básicos, tengan como objetivo aumentar el pensamiento crítico, que ayuda a facilitar decisiones bien formadas tanto en finanzas como en cualquier otro ámbito.
También es importante reconocer los riesgos y desafíos potenciales que conlleva la transformación digital en la educación financiera. La abundancia de información y recursos disponibles online puede resultar abrumadora y confusa para las personas, especialmente para aquellas con escasos conocimientos financieros. La mayor facilidad para efectuar pagos, pedir dinero prestado o invertir los ahorros que ofrece la tecnología, nos facilita la vida pero también puede llegar a propiciar la toma de decisiones precipitadas, imprudentes o desinformadas. De ahí la necesidad de aumentar la capacidad de los clientes de comprender los riesgos, evaluar la idoneidad de los productos para sus necesidades particulares y, más en general, aprovechar las ventajas indiscutibles de la innovación financiera. Un beneficio que se extiende a las entidades bancarias a las que también les conviene tener clientes con conocimientos financieros básicos y pensamiento crítico que facilite decisiones financieras bien formadas.
Otro riesgo, cada vez más frecuente, es que las personas sean víctimas de estafas y actividades fraudulentas en el espacio digital, por lo que es necesario sensibilizar a los usuarios mediante campañas de ciberseguridad.
Asimismo, la digitalización tiene una enorme capacidad de integrar, pero existen colectivos que pueden llegar a sufrir un riesgo potencial de exclusión, porque carecen de conocimientos básicos o, simplemente, porque rechazan este canal de acceso. Por ello es crucial que las personas reciban orientación y apoyo para navegar por el panorama digital y distinguir las fuentes de información fiables de las engañosas. Además, debe evitarse el riesgo de convertir la brecha digital, geográfica o generacional, en otra fuente de exclusión financiera. Con este fin, la Asociación Española de Banca (AEB), CECA y la Unión Nacional de Cooperativas de Crédito (Unacc), han planteado una hoja de ruta -más allá de las iniciativas formativas diseñadas por cada una de las patronales y sus asociados- para reforzar la inclusión financiera en las zonas rurales, con el objetivo de asegurar una provisión adecuada de servicios financieros presenciales para el 100% del territorio español.
La digitalización y la educación financiera en España tienen una relación bidireccional. La educación financiera dota a las personas de los conocimientos y habilidades necesarios para tomar decisiones informadas sobre su dinero, mientras que la transformación digital hace que la educación financiera sea más accesible, personalizada y atractiva. Por ello, a medida que España continúa avanzando en el desarrollo digital, es crucial que los individuos comprendan los conceptos y herramientas financieras, y sepan navegar eficazmente por el panorama digital, un doble objetivo que cuenta con la dedicación y el total compromiso de las instituciones financieras.
Juan Carlos Delrieu , director de Sostenibilidad y Responsabilidad Social de la Asociación Española de Banca