José María Roldán, presidente de la Asociación Española de Banca (AEB), una organización con más de 40 años de historia y que agrupa a entidades como Santander, BBVA, Sabadell o Bankinter recibe a Economía 3 y se muestra orgulloso de cómo la banca está “arrimando el hombro” en esta crisis, sabiendo que si en 2008 fue parte del problema ahora es parte de la solución.
No obstante, pide al Gobierno que mantenga la confianza del mercado en la solvencia del Estado español y ello pasa por ser “rigurosos con las cuentas públicas” y por mostrar que estamos dispuestos a reducir nuestro déficit y endeudamiento a medio plazo”.
¿Cómo definiría la situación de partida de la banca para abordar esta crisis?
Por fortuna, ha cogido al sector mucho mejor preparado en términos de liquidez y capital de lo que lo estaba cuando estalló la crisis de 2008. Además, está la experiencia -y creo que es lo más importante- de haber atravesado una crisis tan dura como la anterior, que cambió tantos parámetros para la banca. En realidad, aquella crisis, aún tan reciente, alumbró una nueva realidad para todos nosotros. Esa experiencia es la que estamos aprovechando.
En un primer momento, las entidades españolas se volcaron en inyectar liquidez a las empresas; facilitar a las familias moratorias, más allá de las reguladas normativamente, adelantar el pago de pensiones y desempleo… ¿Cómo definiría este esfuerzo?
No quiero aburrir con cifras. Pero por referirme solo al programa más ambicioso, el de los créditos avalados por el ICO, hemos realizado unas 620.000 operaciones, de las que el 97% han tenido como destino pequeñas y medianas empresas, e inyectado un total 77.000 millones de euros. Lo más importante es que lo hemos hecho rápidamente porque llegar cuando la empresa ya se ha hundido, no sirve nada. Y esa rapidez ha sido posible porque nuestros bancos han puesto su red de oficinas y empleados (la mayoría trabajando desde casa durante el confinamiento, pero muchos también atendiendo personalmente en las oficinas) a disposición de sus clientes. También la liquidez ha salido del bolsillo de nuestras entidades (100.000 millones), evitando al Estado español tener que recurrir a los mercados por este motivo, y dejando ese esfuerzo para atender otras necesidades.
Ahora en esta nueva normalidad ¿en qué debe centrarse más la banca?
En seguir atendiendo a sus clientes de una forma profesional. Llegando todo lo lejos que se pueda sin poner en riesgo la solvencia ni la estabilidad del sistema financiero. Todos sabemos el coste tan grave que tiene para la sociedad cuando esa falla.
¿Cree que la banca en la concesión de crédito con aval ICO ha sido suficientemente rigurosa a la hora de evaluar el riesgo o cree que el apoyo público ha permitido respaldar operaciones que de otra forma ‘no habrían salido’? ¿Puede ser a medio plazo este un problema sobrevenido?
Nuestros bancos son muy rigurosos en el análisis de riesgos. En realidad, ese es su trabajo fundamental. Ahora bien, no es igual conceder un crédito cuando se corre con todo el riesgo o cuando se asume un 20%, 30% o 40% del riesgo, como ha sido el caso en este programa. Es más fácil y puedes llegar más lejos. En realidad, este programa ha sido un magnífico ejemplo de colaboración público-privada, un camino en el que tendremos que perseverar si queremos sacar el país adelante.
¿Tienen una estimación de cómo puede aumentar la morosidad en empresas y familias? ¿Se podría llegar a los niveles de la anterior crisis?
No, no tenemos una estimación de cómo puede evolucionar la morosidad. Depende de cómo evolucione la economía y eso aún no lo sabe nadie.
Otros países han adoptado otro tipo de instrumentos y ayudas (deuda subordinada, subvenciones, inyecciones de capital…) ¿Cree que en España podrían ser bien recibidos y que su efecto podría ser positivo?
Pues sí, realmente creo que sería muy positivo que el Estado español pudiera apoyar más al tejido empresarial de nuestro país a través de ayudas directas, tal y como lo están haciendo otros estados miembros de la UE. Las ayudas públicas en España son muy inferiores a las de otros países de nuestro entorno, lo que implica que nuestras empresas tendrán que competir en inferioridad de condiciones. Eso no es justo. Una empresa alemana, por ejemplo, tiene que poder competir con una española por la calidad y precio de su oferta, no porque tenga dinero público respaldándola. Es muy preocupante el hecho de que las reglas que regían las ayudas de Estado hayan desparecido de repente, sin explicación alguna, porque así les ha venido bien a algunos países que disponen de margen fiscal para utilizarlo en estos casos. El golpe al Mercado Único -la joya de la corona de la UE- puede ser muy duro y habrá que reconstruir después lo destruido en esta crisis.
En el caso de las entidades ¿cómo han logrado defender márgenes?
Nuestras entidades son ya expertas en gestionar esta situación de tipos de interés bajísimos e incluso negativos. Parece un milagro, pero lo van consiguiendo año tras año, incluso mejorando la rentabilidad. Se trata de una gestión muy afinada, buscando los nichos más rentables y, sobre todo, reduciendo costes. Esto último lo consiguen gracias, entre otras cosas, al proceso de digitalización tan intenso que se ha producido en los últimos años. La digitalización tiene una doble virtualidad: por un lado, permite reducir costes y por otro, prestar un mejor servicio al cliente, más rápido, más cómodo, a su medida. Nuestros bancos han sido pioneros en este proceso, en el que han invertido mucho dinero y esfuerzos. Y no se han equivocado. La crisis de la COVID-19 nos han demostrado que estaban en el camino correcto. Ese esfuerzo les ha permitido seguir operando sin incidentes durante los meses del confinamiento. Todo ha funcionado bien. El sistema de pagos, una pieza delicadísima de cualquier economía, ha seguido en pie y los clientes han podido ser atendidos con toda normalidad, a pesar de que las circunstancias no lo eran en absoluto.
Sin duda la rentabilidad seguirá siendo uno de los grandes retos, ¿cómo se puede seguir aumentando esta con la curva de tipos actual, y sin expectativas más favorables? ¿Cómo se están comportando los bancos españoles comparados con Europa?
Nuestros bancos están por encima de la media europea en cuanto a rentabilidad y estaban acercándose al coste del capital cuando estalló la pandemia. Esperamos continuar en esa línea en los próximos años, si bien el problema de esta crisis sanitaria y económica es que no permite hacer proyecciones, de momento. Y gestionar así un banco, una empresa, es muy difícil.
No obstante, en términos de solvencia (CET1 fully loaded) salimos peor parados que las entidades europeas…
Es cierto que estamos por debajo de la media europea en términos de capital medido por activos ponderados por riesgos. Pero si excluimos ese tipo de ponderaciones, que a nuestros bancos por hacer banca comercial y por su diversificación en Latinoamérica les perjudica mucho, y tomamos la ratio de apalancamiento, esto es, ponemos en relación todos nuestros recursos propios con nuestros activos, entonces nuestros bancos son de los mejores de Europa. Si además ponemos en relación el patrimonio neto sobre el balance, nuestras entidades tienen el índice más elevado. No estamos en una situación de debilidad, en absoluto. En mi opinión, hay que tener un capital razonable en función de los riesgos y del modelo de negocio.
¿Cree que en función de su rentabilidad y solvencia algunas entidades españolas estarían en disposición de poder repartir dividendo este año si no se prolonga el veto de Europa?
No conozco las cuentas ni los planes que puede tener cada entidad al respecto. Pero sí creo que hay que dejarlas tomar esa decisión, o bien, si el supervisor considera que alguna no debe hacerlo por su situación concreta, lo tiene que exponer y razonar con la entidad en cuestión. El café para todos no es bueno en este caso, porque arroja una sombra de duda sobre el conjunto del sector y eso penaliza a las entidades en el mercado. Es necesario discriminar, separar lo que está mejor de lo que no lo está tanto. Eso ayuda a la entidad que está mal a mejorar y no castiga innecesariamente a la que está bien.
Con qué medidas contribuiría la banca a apuntalar la recuperación
La palabra es financiación, crédito a los clientes solventes, incluso, a aquellos que atraviesan dificultades temporales. Además, estamos abiertos a apoyar los programas que el Gobierno proponga. Hasta ahora se ha demostrado que la colaboración público-privada no solo ha funcionado bien, sino que es imprescindible para afrontar situaciones tan complejas como ésta.
En este sentido, ¿cree que caben nuevos impuestos a la banca?
No hay ninguna razón para establecer impuestos adicionales a la banca. No entendemos por qué es necesario discriminar a este sector frente a otros. No queremos un trato de privilegio, pero tampoco merecemos una penalización extra. Eso, desde luego, no ayuda a desarrollar la función de los bancos, que ya lo tienen bastante difícil.
De cara a la mencionada reconstrucción ¿de qué alertaría o dónde ve especial debilidad?
Me preocupa el elevado endeudamiento exterior de España. Hasta ahora el Tesoro está acudiendo al mercado sin problemas para renovar los vencimientos o emitir deuda nueva y eso es necesario mantenerlo así. Esto es, mantener la confianza del mercado en la solvencia del estado español. Para ello, hay que ser rigurosos con las cuentas públicas y mostrar que estamos dispuestos a reducir nuestro déficit y endeudamiento con un programa razonable a medio plazo.
Otro tema de interés para la banca es todo el proceso regulatorio. ¿qué queda pendiente?
La regulación puesta en pie después de la crisis financiera internacional está prácticamente concluida. Ha servido para fortalecer el balance los bancos, pero es hora de que acometamos una revisión y simplificación de la regulación que, como se está demostrando, no ayuda a superar situaciones de crisis y en algunos casos, como ocurre con las normas de resolución, no van a llegar a aplicarse. Sin hablar de directivas, como la de MIFID que, con sus más de 7.000 páginas, se ha demostrado imposible de aplicar. Hay que ir hacia una regulación de calidad; de aplicación y supervisión, si no fácil, si al menos posible. Y este es el momento oportuno para hacerlo.
¿Cómo afronta la banca la apertura de la actividad bancaria a nuevos competidores tecnológicos (operadores de telecomunicación, bigtech…) y cómo a su vez la banca se va transformando en un proveedor de productos más que de servicios, desde el tradicional renting y venta de seguros, a la de elementos de movilidad, tecnología…?
No tenemos problemas con las fintech, con las que estamos colaborando y encontrando numerosas sinergias. Estas empresas son muy ágiles, no tienen remoras del pasado y pueden innovar con facilidad, al igual que los bancos que tienen también redes y clientes. El problema está en las bigtech que están entrando con mucha fuerza en los nichos rentables del negocio financiero sin tener que soportar la costosísima y exigente normativa bancaria. Solo pedimos competir en pie de igualdad. A igual actividad y riesgos, igual regulación y supervisión. Es muy importante también para los usuarios de servicios financieros, cuyos derechos como consumidores están menos protegidos cuando operan con una bigtech que cuando lo hacen con un banco. Todo eso hay que arreglarlo. Por último, déjeme destacar que en estos meses tan críticos, con empresas y familias pasándolo mal, hemos visto a los bancos trabajando y prestando ayuda y servicios, pero a ninguna bigtech ni tampoco a entidades de la llamada banca en la sombra. Cuando han venido mal dadas, los bancos han estado ahí arrimando el hombro. Y ahí seguirán.
José María Roldán, presidente de la Asociación Española de Banca