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EXPANSIÓN

Miremos al futuro conociendo el pasado

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Los bancos han aportado uno de cada tres euros del rescate de los depositantes de las entidades con problemas

La crisis ha sido muy dolorosa y, pese a estar oficialmente superada, aún sufrimos sus consecuencias. Toda la sociedad ha realizado sacrificios para cerrar las heridas, aunque no será posible lograrlo del todo si seguimos anclados en el pasado y si, sobre todo, observamos ese pasado sin la templanza de un análisis riguroso de lo que realmente sucedió. El sector bancario es uno de los que más sufre por este proceso de continua revisión sin templanza, en un mundo como el actual en el que la desinformación es uno de los mayores riesgos que afrontamos todos.

Hay varios temas que son objetivo constante del interés mediático en los que es imprescindible ser riguroso. El primero es el dinero público empleado en España para sanear algunas entidades financieras durante la crisis. Se suele obviar que al dinero del contribuyente se suma el dinero privado que aportan los propios bancos, como por ejemplo, los más de 20.000 millones de euros que destinan al Fondo de Garantía de Depósitos para rescatar a los depositantes de las entidades con problemas. Uno de cada tres euros del rescate de las cajas de ahorros con problemas lo aportan las entidades sanas. Todos queremos que se recupere ese dinero que se dedicó para lograr un sistema financiero sano, solvente y en disposición de financiar a empresas y familias.

La consolidación bancaria es una tendencia estructural a escala mundial que busca eficiencia y economías de escala. La combinación de cambios regulatorios, revolución digital, ciberseguridad, sostenibilidad y baja rentabilidad estructural empuja a un proceso obligado de concentración del sector. La reestructuración llevada a cabo en España en la última década, impulsada por la crisis, ha ido muy por delante del proceso en los principales países europeos, lo que explica por qué la banca española es más eficiente y lidera la transformación digital en Europa para cumplir con las crecientes demandas de sus clientes. Y esto lo realiza en un entorno de elevada competencia, como dejan patente las autoridades con sus recurrentes advertencias para tratar de prevenir “guerras de precios”. La última, de la subgobernadora del Banco de España, Margarita Delgado, cuando pedía hace pocos días “que las entidades apliquen una adecuada política de fijación de precios a nivel producto, que sea coherente, exhaustiva y rigurosa para garantizar que el precio que se cobra por un producto o servicio se corresponda al menos, con su coste total, incluida la prima de riesgo inherente a cada tipo de operación”.

El ajuste de oficinas es una consecuencia de la consolidación del sector y de la revolución digital de la sociedad, sin que sea fácil determinar cuál de los dos factores es el preponderante. El cierre de oficinas en España se ha centrado en poblaciones grandes y municipios de más de 10.000 habitantes corrigiendo duplicidades: más del 90% de la población española vive en municipios con entre dos y cinco entidades. Según el Banco de España, solo un 2,7% de la población vive en municipios sin oficina física -en la mayoría de los casos nunca la hubo-, pero cerca de otros municipios donde sí ha hay. En todos estos casos los bancos ofrecen diferentes opciones para atender a sus clientes que pasan por los cajeros, las oficinas móviles, los agentes comerciales y la digitalización. Así se entiende que el Banco Mundial considere que la inclusión financiera en España es una de las mayores de Europa, donde el acceso a servicios financieros es fácil y a un precio muy por debajo de la media europea. Según un informe de Deloitte, los precios de los servicios financieros en nuestro país son un 58% más bajos que en Europa y tres de cada cuatro son gratuitos.

Tampoco es fácil concretar qué factor ha podido pesar más en el ajuste del empleo en nuestro sector durante la última década. Podemos hablar de causas organizativas derivadas de los procesos de consolidación, de causas económicas por el deterioro de la rentabilidad en España frente a la mejora obtenida de los negocios internacionales o derivadas de la transformación digital. Lo que sí está claro es que en casi todos los casos son ajustes de empleo no traumáticos y pactados que se inscriben en un proceso generalizado de adelgazamiento de estructuras comerciales bancarias a escala mundial. Como insistía hace poco el presidente del BCE, Mario Draghi, “el sector bancario europeo está abarrotado, en oficinas y personas”.

Los bancos en España han acometido en la última década un intenso proceso de saneamiento, recapitalización y reestructuración que les ha convertido en entidades más fuertes que antes de la crisis. También toman la iniciativa para mejorar, impulsando cambios en la cultura bancaria apoyando prácticas responsables y finanzas sostenibles. Escuchan a sus clientes para seguir mejorando, al mismo tiempo que se adaptan a las exigentes demandas de las autoridades en términos de regulación y supervisión. Miran al futuro, como hacen sus clientes.

José Luis Martínez Campuzano, portavoz de la Asociación Española de Banca

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